Las úlceras por presión, que también son denominadas escaras o llagas, son lesiones que surgen en la piel de una persona que ha permanecido en la misma posición durante un periodo de tiempo largo. Una dolencia que, por tanto, ataca más a personas con movilidad reducida: aquellas que han de convalecer en cama, las que están postradas en sillas de ruedas, o simplemente no pueden variar su posición.

Las zonas del cuerpo más expuestas a las úlceras por presión son aquellas en las que el hueso se encuentra más próximo a la piel. Es decir, en caderas, codos, talones, tobillos, el sacro, etc.…

A veces no pueden evitarse, pero en otras ocasiones se pueden tomar medidas para prevenir la aparición de estas molestas heridas. En primer lugar, es conveniente examinar la piel al menos una vez al día. Se deberá prestar especial atención a las prominencias óseas. Es decir, las zonas anteriormente mencionadas, las que más se acercan a la piel. También hay que controlar aquellas zonas expuestas a todo tipo de incontinencias (orina, heces, sudor…) que pueden originar lesiones cutáneas.

Por eso es importante conservar la piel seca y limpia. Para ello utilizaremos jabones poco agresivos, con bajo poder de irritación. Como paso previo hay que lavar la piel con agua tibia, aclararla y secarla metódicamente, aunque sin frotar. Tampoco usaremos alcoholes o colonias que normalmente resecan la piel. Y por último, aplicar cremas hidratantes.

Se intentará reducir el efecto de la presión sobre el cuerpo. ¿Cómo conseguirlo?  Por ejemplo, realizando cambios posturales cada 2 o 3 horas, siguiendo un programa rotatorio de cambios. También es de gran ayuda la utilización de colchones, cojines y otros dispositivos de alivio de la presión. Y la protección de la zona con apósitos que se adapten a la forma del cuerpo (por ejemplo, las taloneras en el caso de los talones).