Salir de vacaciones con enfermos de Alzheimer puede parecer un gran reto. Y es que, el Alzheimer afecta no solo a quien la padece, sino a su familia que se convierten en sus cuidadores. Sin embargo con una correcta planificación, este verano tanto enfermo como cuidador podrán disfrutar del merecido descanso.
En fases iniciales de la enfermedad, las vacaciones no suelen suponer grandes problemas. En los estados moderados y avanzados, requiere de una planificación previa para que el paciente no se sienta perdido.
Elegir el destino de vacaciones con enfermos de Alzheimer
Cuanto más conocido sea el destino, más sencilla será su adaptación. Por ello, en fases moderadas o avanzadas podemos viajar sitios a los que unan al enfermo a sus recuerdos. Desde ir al pueblo donde vivía de niño a ir al lugar de veraneo habitual. Así, evitaremos problemas de desorientación y favoreceremos el “recuerdo de lo seguro”.
Para casos en los que el Alzheimer se encuentre en sus fases iniciales el abanico de posibilidades será más amplio. Eso sí, recomendamos hacer partícipe de la decisión al enfermo para que se sienta parte activa del viaje.
Medios de transporte
Siempre que podamos, priorizaremos el viajar en coche. Este vehículo nos da la libertad que necesitamos en cuanto a paradas y gestión de imprevistos. En el coche, deberemos tomar medidas de seguridad, activando todos los seguros infantiles. Por ejemplo, bloquearemos las puertas para que no puedan abrirse desde dentro.
Si no podemos utilizar el coche y debemos viajar en avión, os recomendamos utilizar los servicios de asistencia del aeropuerto. Además, es preferible que el vuelo sea directo y que no supere las cuatro horas de vuelo.
Avisar del estado de nuestro familiar
Si en nuestro plan vacacional, no vamos a alojarnos en nuestra casa o lo de algún familiar o amigo, os recomendamos hacer partícipes de la situación de vuestro familiar. Así, por ejemplo, el personal del hotel será más receptivo y os ayudará a salir de situaciones de riesgo.
Vacaciones también para el cuidador
No debemos olvidar que el cuidador también tiene que descansar. Éste tiene un trabajo diario y sin descansos. Además, la persona encarga del cuidado suele dejar de lado sus propias necesidades para centrarse en la atención de la persona con Alzheimer.
Por ello, resulta fundamental contar con la colaboración de amigos y familiares que permitan esos momentos de ocio y desconexión. Si se puede, recomendamos que el cuidador viaje con otras personas que le permitan disfrutar de sus vacaciones.
Hay familias que en verano se turnan para asumir el cuidado de la persona con Alzheimer. De ser ese vuestro caso, se recomienda establecer menos periodos más largos y no muchos cortes y alternos para facilitar la adaptación al cambio del enfermo.